
En verdad que proclamar "¡Muera la inteligencia!" es algo que sólo un estúpido puede hacer. Y más aún si lo hace en el paraninfo de la Universidad de Salamanca durante un acto académico.
Semejante slógan se los debemos a Millán-Astray, el "novio de la muerte". O, mejor dicho, a lo que quedaba de él.Aunque eso mismo debían pensar los que quemaron intencionadamente la Biblioteca Nacional de Irak.
¡Muera la inteligencia! 2007. Lápiz de grafito sobre papel. 21 x 28 cm
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